RPC TV Foz do Iguaçu - Brasil (April 2013)

Video report about our world biking travel while visiting the Iguaçu falls - Foz do Iguaçu, Brazil

Reportage TV au sujet de notre tour du monde a velo lors de notre visite des chutes d'Iguazu - Bresil

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"Casal que passou por 50 países de bicicleta chega às Cataratas, no PR"

 Em quatro anos, espanhol e suíça já percorreram 61 mil quilômetros. Casal que se conheceu na viagem ainda não sabe qual será o destino final.

Há mais de quatro anos viajando de bicicleta pelo mundo, o espanhol Joseba Perez e a suíça Corrine Maire se encantaram com as Cataratas do Iguaçu, no oeste do Paraná . “Este é o lugar mais bonito que vimos até agora. É impressionante”, afirmam.

Desde que iniciaram a viagem, em 2009, os dois já passaram por mais 50 países em quatro continentes e percorreram quase 62 mil quilômetros. A aventura e o encontro, que começou por acaso, deve terminar este ano.

Na bagagem, os dois carregam a experiência das passagens pelos continentes europeu, asiático e africano. Da América, conhecem a Argentina, o Chile e agora o Brasil , começando por Foz do Iguaçu, no oeste do estado. “Há mais de um ano estávamos ansiosos para chegar até aqui e ver de perto as Cataratas do Iguaçu. Pessoalmente são muito mais bonitas e encantadoras do que imaginávamos”, elogiou Corrine. “Valeu todo o esforço.”

Da fronteira, eles seguem para outras regiões do país até chegarem aos Estados Unidos e de lá voltarem à Europa. Mas, o destino final ainda não foi definido. “Nós nos encontramos por acaso, dez mil quilômetros depois, no Irã, e de lá decidimos seguir juntos. Mas, se vamos encerrar a viagem na Espanha ou na Suíça, vamos resolver no caminho. O mundo é grande”, brinca o espanhol lembrando que sempre teve o desejo de conhecer o mundo de bicicleta até que resolveu largar tudo e se aventurar.

A mesma vontade motivou a suíça que confessou antes temer fazer a viagem de bicicleta sozinha. “Mas, em uma viagem à Mongólia, encontrei uma moça que viajou por quatro anos de bicicleta, o mesmo que eu gostaria de fazer, e, com o relato dela, fiquei mais segura e passei a acreditar que não teria problemas”, recorda ao destacar que a aventura ficou mais agradável depois que os dois se conheceram e começaram a dividir a experiência juntos.

Em Foz do Iguaçu , os dois ficaram alojados em uma associação ciclística da cidade. “Em quase todos os lugares, somos bem recebidos, com pessoas nos oferecendo lugar para ficar e comida. Isso mostra que não é preciso muito para se aventurar, basta ter vontade, se planejar e pegar a estrada. As pessoas são solidárias e é preciso confiar nelas”, encoraja a suíça.

EL CORREO (Enero 2013)

Un joven bilbaíno decidió dejar su trabajo hace cuatro años y embarcarse en el proyecto de su vida: recorrer los cinco continentes en bicicleta

Se cuentan por centenares, quizás miles, los que se embarcan en la aventura de dar la vuelta al mundo en bicicleta. Estos cicloturistas infatigables son viajeros de otra pasta. Soñadores, observadores, auténticos. El bilbaíno Joseba Pérez es uno de esos trotamundos. Hace cuatro años decidió dejar su trabajo y conocer otras culturas a golpe de pedal. En el inicio del camino conoció a la que hoy es su chica, Corinne Maire, una joven Suiza con sus mismos ideales. Juntos emprendieron esta maravillosa aventura que aún no tiene fecha de caducidad. Sus datos son abrumadores: conocen 47 países y ya han recorrido un total de 58.506 kilómetros. Son los últimos aventureros de la historia.

Libres. Así es como se sienten Joseba y Corinne desde mayo de 2009. El bilbaíno, de 33 años, trabajaba como economista en una empresa de consultoría internacional hasta que decidió dejarlo todo y embarcarse en el proyecto de su vida: recorrer el mundo en bicicleta. Abandonó su día a día cómodo y convencional para hacer realidad su sueño. “Queria vivir fuera de las reglas impuestas por un sistema consumista y de los estereotipos marcados por la sociedad”, explica. Comenzó el viaje en Irán, donde conoció a Corinne. Y el destino quiso que ya no se separaran jamás.

Asia, África, América...

El continente asiático protagonizó su primera parada. Más de 25.000 kilómetros en un año y siete meses. Oriente Medio, Asia central, India, China, Pakistán, Tibet, sureste Asiático, Mongolia, Corea y Japón. Su maleta esta llena de bonitos recuerdos, con un denominador común: los paisajes. La ruta de la Seda, las carreteras montañosas del Pamir Tayiko, el Everest, las nevadas en el Tibet... Se acuerdan con especial cariño de un frío atardecer en Mongolia. Después de una fuerte tormenta de lluvia y granizo, una familia les invitó a entrar en una yurta -tienda de campañas usadas por los nómadas- en mitad de la estepa para resguardarse. “Ellos no hablaban inglés, ni nosotros mongol, pero no importaba. Nos dieron té con manteca de yak y nos invitaron a pasar la noche con ellos al calor del fuego”, rememora.

En febrero de 2011 comenzaron su aventura en África. En diez meses recorrieron el continente africano de norte a sur por la costa este. Dieciséis países y 16.500 kilómetros hasta llegar a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Experimentaron vivencias increíbles: pedalear por el valle del Rift, conocer las tribus, saborear las playas o caminar junto a elefantes. Pero Joseba se queda con su gente. “Los africanos dan luz con sus sonrisas”. De igual manera, el continente africano les mostró la injusticia y la cara amarga de la vida. “Es muy duro ver a jóvenes muriendo de malaria, orfanatos llenos porque el sida se ha llevado a la generación de sus padres por delante, personas con heridas abiertas esperando al borde del camino que alguien los lleve a un lugar situado a cientos de kilómetros”, relata.

Hace un año comenzaron su aventura americana, EEUU , México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, su ubicación actual. Más 16.000 kilómetros pedaleados. Su idea es conquistar Ushuaia en febrero y después, poner rumbo norte por la costa atlántica hasta Brasil. ¿Y después? No tienen una ruta predeterminada, sino que “la vamos decidiendo sobre la marcha”. Viven las 24 horas del día al aire libre, por lo que dependen de las inclemencias metereológicas. Se despiertan al amanecer y tras un desayuno fuerte, recogen la tienda y se ponen en camino. Después de pedalear durante tres o cuatro horas, paran para hacer un picnic o comer un menú, dependiendo de si paran en pueblos o no. Durante la tarde continúan otras 2 o 3 horas hasta encontrar un lugar donde armar la tienda. “Preferimos acampar siempre fuera de pueblos y cerca de un río para poder bañarnos”. Cubren alrededor de 70-80 kilómetros diarios.

Una vida sencilla

 Para este viaje solo han comprado un billete de ida, pero cuentan con el respaldo de sus seres queridos. “Tengo la suerte de contar con una madre y una hermana que siempre han entendido el sentido de este proyecto”, confiesa Joseba. Gozan de una vida nómada y sencilla y disfrutan de las pequeñas cosas. “Pedaleando entramos en el corazón de cada pueblo, de cada país, de su gente. Así descubrimos las cosas más simples de la vida, pero de un modo más intenso”, explican. Aseguran no echar nada de menos de su anterior vida. “Vivimos con la casa a cuestas y eso es suficiente. Una vida sin quebraderos de cabeza, sin temor de perder lo que no tenemos”. Esta experiencia les ha cambiado por completo. Les sobrecoge la hospitalidad que reciben de los que menos recursos tienen y aseguran que “algún día devolveremos todo lo que hemos recibido”.

Con la casa a cuestas en la bici de siempre

Ligeros de equipajes, pero llenos de ilusiones. Joseba y Corinne viajan con la casa a cuestas, por eso cargan con lo imprescindible. Un filtro de agua, un hornillo para cocinar, una tienda de campaña, herramientas para reparar la bicicleta, un pequeño botiquín, comida, ropa y mapas llenan sus pequeñas alforjas, que, en ocasiones, llegan a alcanzar los 60 kilogramos. En los cuatro años de aventura no han cambiado de bici. No hay piedra ni camino tortuoso que se les resista. “Son muy básicas, pero fuertes. Carecen de suspensión, los frenos son las clásicas zapatas V-Brake y el cuadro es robusto y de acero para que en caso de rotura lo puedan soldar en cualquier lugar del mundo”, explican.

¿Y cómo os lo costeáis? Cuentan con un “presupuesto ajustado” para poder llevar a cabo la aventura. “El 95% del viaje está financiado con nuestros ahorros personales, aunque también contamos con patrocinadores que nos proporcionan material técnico”, cuentan. Pero Joseba y Corinne confían en continuar con su proyecto. Les apasiona lo que hacen. “Ir en bicicleta te permite viajar a una velocidad humana y conocer lugares remotos que aún no han sido invadidos por el turista clásico”, explican. Ellos son los que eligen cuándo y dónde parar y siempre con la motivación y ganas de continuar descubriendo lo que les depara la siguiente curva.

LE QUOTIDIEN JURASSIEN (April 2012)

« Elle embrasse le monde d'un coup de pédale »

Effort d'imagination: se poser sur un tarmac à Téhéran, monter à califourchon sur un vélo et poser le pied, quatre ans plus tard, au bout du monde à Ushuaia.

Ce voyage surréaliste, Corinne Maire, de Reconvilier, le réalise, physiquement s'entend, alors que d'autres peinent même à en rêver.

Elle raconte cette expérience extraordinaire avec les mots simples d'une cycliste qui porte la planète entière sur son porte-bagages.

«Quand on partait de bon matin, quand on partait sur les chemins, à bicyclette...» Non, Yves Montand n'a pas chanté en pensant à Corinne Maire, mais il aurait pu. La jeune femme de 35 ans s'est en effet levée un bon matin, le 1^er mai 2009, pour partir sur les chemins de l'Iran, de l'Ouzbékistan, du Tadjikistan, du Kirghizstan, de la Chine, du Pakistan, de l'Inde, du Népal, du Sri Lanka, de la Thaïlande, du Laos, du Tibet, de la Mongolie, du lapon et de la Corée, où elle est arrivée en décembre 2010.

La soif de découverte ne s'est pas tarie. Aussi est-elle repartie, pour le Continent noir cette fois. Elle a donné son premier coup de pédale le 19 février 2011 au Caire, puis a glissé vers le sud en traversant le Soudan, l'Ethiopie, le Kenya, l'Ouganda, le Rwanda, le Burundi, la Tanzanie, le Malawi, la Zambie, le Botswana, le Zimbabwe, le Swaziland, le Lesotho et l'Afrique du Sud. Elle a posé le pied au cap de Bonne Espérance, face au spectacle de l'étreinte éternelle des eaux des océans Atlantique et Indien.

Piquée par l'aiguillon du voyage et soumise à son inflexible empire, elle s'est à nouveau envolée, le 15 janvier 2012, pour Houston, au Texas, avec son ami basque Joseba Perez, rencontré à Téhéran. Deux mille kilomètres et deux mois plus tard, elle accorde à ses mollets quelques jours de repos et répond aux questions du Quotidien jurassien depuis la péninsule mexicaine du Yucatán.

Comment avez-vous vécu votre traversée de l'Iran?

C'était mon premier pays et il m'a profondément marquée. Pas pour ce que les médias en montrent, mais pour l'accueil que j'ai reçu, à l'exact opposé de la réputation du pays. Demander une direction revient à se faire escorter jusqu'à l'adresse voulue. Demander où dormir équivaut à se faire inviter, avec un repas gargantuesque.

Est-ce que le fait d'être une femme vous a posé des problèmes?

Mon rapport aux Iraniennes s'est avéré divin. Elles étaient éberluées de me voir seule à vélo, heureuses de constater que c'était possible. Pas pour elles, mais possible quand même. Bémol, dans ce pays musulman, le fait que je me balade à vélo sans mari était parfois mal interprété. Cent fois par jour on m'a fait des avances, et j'ai vite appris la leçon: pas de camping sauvage en Iran, ne jamais accepter d'invitation à la maison si l'épouse n'est pas présente...

Et le Pakistan?

C'est un autre niveau. On y pratique un islam hyperconservateur, à l'exception des régions montagneuses du nord, notamment dans la vallée de Hunza. J'ai parfois senti que je n'étais pas la bienvenue, qu'une femme n'a rien à faire sur un vélo. Des enfants m'ont jeté des pierres. Les vieillards tournaient la tête à mon passage. A Gilgit, une ville de taille moyenne, on ne voit aucune femme dans la rue, aucune paire de jeans, seulement des habits traditionnels. Une visite chez le tailleur du coin est vivement conseillée.

Hosni Moubarak a démissionné le 11 février 2011. Vous êtes arrivés au Caire le 19 février. Hasard?

Vu l'agitation, notre compagnie aérienne avait suspendu notre vol. Nous l'avons reporté à l'après-Moubarak. Nous avons senti le frémissement du Printemps arabe. Tahrir Square fleurait bon la liberté, l'espoir à plein nez. Les Egyptiens parlaient de politique, ce qu'ils ne faisaient que rarement avant. Leurs modestes connaissances en anglais leur permettaient de scander «Moubarak Out!»

Plus au sud, vous avez traversé des zones de l'Afrique où on rencontre une faune plutôt... gourmande. Comment avez vous géré la proximité des fauves par exemple?

Je pense que l'homme est plus à craindre que l'animal, qui n'attaquera que s'il a faim, peur ou s'il doit protéger sa progéniture. Nous avons côtoyé des éléphants. On se sent tout petit sur son vélo... Nous n'avons jamais vu de lions, mais les avons entendus bien des nuits aux alentours de notre tente. Dans le microcosme des cyclo-voyageurs, il se raconte qu'un lion n'attaque pas si on est dans sa tente. J'aime à y croire!

Pourquoi avoir choisi le vélo pour voyager?

Pour sa lenteur, la liberté et la proximité qu'il offre. Inévitablement, le voyage à vélo implique des étapes dans des «bleds de la mort», où aucun touriste ne songerait à s'arrêter. Pourtant, c'est bien là que nous faisons nos plus belles rencontres.

Du Mexique, vous allez poursuivre vers le sud. Est-ce qu'Ushuaia marquera la fin de votre voyage?

Ushuaia est en point de mire et nous espérons y arriver un jour. Nous avons appris que les plans existent pour être modifiés. La route s'écrit au gré des rencontres et on ne décide pas grand-chose. Le chemin est plus important que la destination...

Une conclusion qu'aurait approuvée Albert Einstein, qui «adorait voyager, mais détestait arriver».

Propos recueillis par ARNAUD BERNARDIN